Por Mariángeles Vallejos – Foto de portada de Otra Óptica
Cada vez que vuelvo me hago la misma pregunta:
¿por qué vamos?
La familia se preocupa. Les amigues tienen otros planes para el finde. En el laburo no entienden:¿vas a salir antes por eso? ¿pedís que alguien te cubra para eso?
Los micros llegan tarde, se rompen en el camino. Se sobrevive a mate y galletitas. Se duerme en escuelas, en el confort de un aula.
El sol quema o el frío carcome o el calor deshidrata o es la amplitud térmica.
Además afirman que con esa plata te vas a otro lado. La ahorrás y te vas a la costa en enero.
Las noticias dicen represión. El opus dei apedrea los bondis y gendarmería los requisa. La señora lugareña pregunta “¿cuándo se van?” y el señor grita “putas” desde su auto.
Y al final de todo nadie se entera.
Los medios no saben de las 70 mil mujeres moviéndose desde todos lados, de los talleres, de las marchas históricas, del grito al unísono por el aborto legal.
Es que quizás.
Quizás vamos porque no es lo mismo ir o no ir
O quizás porque no hay nadie que pueda reclamar por nuestros derechos mejor que nosotras.
Quizás vamos porque ir también implica la representación
de las que no fueron
de las que hubiesen querido
de las que no quisieron
de las que no pudieron
de las que no les interesa
de las que odian este encuentro
o
de las que no están
Y, finalmente, si nos preguntan
que porqué vamos
Es probable
que mucho mas allá de todo
lo hagamos por la mística
de estar juntas